El gato cimarrón se trata de un
carnívoro depredador de hábitos crepusculares con una morfología que refleja su
modo de vida. Posee garras retráctiles, una dentadura y lengua típica de
depredadores y un tamaño medio que facilita sus movimientos ágiles para la
depredación.
Orginalmente procedentes del Felis silvestris lybica (foto izquierda) de
Egipto, como corroboran datos genéticos, fueron domesticados con mucha
probabilidad por primera vez en Egipto o en poblaciones cercanas, seguramente
con el inicio de la agricultura. Icialmente se distribuía por China, sur europeo,
Norte de África, India, Mediterráneo y gran Bretaña, sin embargo su
distribución actual es cosmopolita debido a la acción antrópica. Su
distribución cosmopolita refleja su capacidad para la adaptación a los
ambientes más inhóspitos. Su distribución en Canarias se observa en todos los
ecosistemas zonales y azonales. Esto se debe principalmente a los escasos
requerimientos que tienen: lugares de cría y para esconderse y presas (en
Canarias principalmente el conejo).
Su relación con otras especies introducidas
o nativas suele responder a una relación predador-presa que supone una serie
amenaza para las especies ya de por sí en peligro como Gallotia gomerana,
Gallotia simonyi, Gallotia intermedia, Callandrella rufescens, Fringilla
teydea polatzeki, Saxicola dacotiae, Pyrrhocorax pyrrhocorax. Además de la amenaza directa sobre estas especies
también suponen problemas sanitarios para el hombre y ponen en peligro la
dispersión de semillas llevadas a cabo por los lagartos del género Gallotia sin
que realicen ninguna dispersión secundaria. Es tal el problema que representan
que existe una legislación para el control de su invasión, además de las
campañas de erradicación y esterilización que se dan en Canarias.
Esta
situación no es exclusiva de Canarias pues en muchos lugares del mundo se
repite este patrón de amenaza; notablemente en Estados Unidos, donde las
estimas indican una pérdida anual de 1,4 a 3,7 y de 6,9 a 20,7 mil millones de
ejemplares de pájaros y mamíferos, respectivamente. Este depredador introducido
en el siglo XV supone, junto con la rata negra, una amenaza para el 26% de las
especies del Libro Rojo de los Vertebrados de Canarias y por sí solo amenaza un
8% de las especies de aves, mamíferos y reptiles en peligro crítico de la UICN
a nivel mundial. En Canarias, representan el depredador de 68 especies
distintas, de las cuales 5 mamíferos, 16 aves, 15 reptiles y 32 invertebrados.
Su amplia distribución se debe a la dispersión por el hombre, que suele
abandonar estos animales con gran capacidad de crear poblaciones.
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