martes, 8 de octubre de 2013

Palmera datilera

La palmera canaria, Phoenix canariensis, puede cruzarse con cualquiera de las otras especies del género Phoenix y con ninguna otra palmera de otros géneros. Las semillas resultantes de los cruces dan lugar a plantas híbridas variables, más o menos intermedios entre el padre y la madre. Hoy muchas palmeras y muchos palmerales están “contaminados” genéticamente por alguna de las especies exóticas del género Phoenix y el problema sigue agrandándose y amenazando la integridad genética de la especie autóctona. La datilera doméstica, Phoenix dactylifera, es con creces la especie que ha dejado más huellas en los palmerales de Canarias.

Phoenix canariensis es una especie endémica de Canarias y en cambio Phoenix dactylifera no tiene patria conocida y tal vez no sea ni siquiera una especie propiamente dicha. La datilera es cultivada desde hace al menos 5.000 años y ha sido uno de los primeros frutales domesticados en el viejo mundo, junto con la vid, el olivo y la higuera. Se cultiva a gran escala desde tiempo inmemorial en la Península arábiga y el Norte de África y desde épocas más recientes en otros países áridos.
A grandes rasgos podemos diferencias las especies porque la canaria es más robusta, más verde y más frondosa. La datilera doméstica, en cambio, es más “de desierto”, más delgada, su copa es más grisácea o azulada y produce los verdaderos dátiles.

La datilera vive en Canarias desde tiempos inmemoriales. Es difícil establecer una fecha de llegada y es posible que se haya introducido y reintroducido en varias ocasiones por los barcos que hace cientos y miles de años visitaron Canarias y sin duda habrán llevado dátiles en sus despensas. Se considera que ya los fenicios pudieron haberla introducido.

En Canarias estaos individuos no tuvieron ninguna importancia económica, ya que era la palmera Canaria de la que se obtenía gran beneficio, incluso del dátil, con el que se alimentaba al ganado, por eso se piensa que pocos palmerales han sido contaminados. Es durante las últimas décadas que las datileras se extienden desmedidamente por el territorio. Se importaron miles de plantas adultas para decorar las nuevas urbanizaciones hambrientas de verde rápido. Infinitos centros turísticos de Canarias se decoraron con las palmeras que durante las décadas anteriores habían sido plantadas y regadas en el Sureste de Iberia y en el Norte de África para cosechar sus frutos y hojas. 



Hoy tenemos en las Islas palmerales canarios puros y palmerales híbridos pero cada población es un caso distinto. La mayoría de las poblaciones alejadas de ciudades y pueblos son puras y en general se observa un alto grado de pureza en La Gomera y un mayor avance de la hibridación en las islas orientales. Además, hay híbridos en los jardines de casi todos los núcleos urbanos de cierto tamaño. El problema se está agrandando a la vez que se siguen importando y plantando palmeras datileras.

Para las poblaciones ya muy hibridadas quizás sea demasiado tarde pero los palmerales puros o casi puros, están a tiempo de ser estudiados y recuperados, eliminando con criterio a los “culpables” y por supuesto evitando que en los territorios cercanos se planten o germinen nuevas Phoenix híbridas o exóticas.

En la última década los viveros de Canarias han dejado casi por completo de sembrar Phoenix dactylifera, tanto por haberse desarrollado una mayor conciencia del problema como por la aparición en el mercado de “nuevas” especies de palmeras, más ornamentales que la datilera e incapaces de producir híbridos con la especie canaria.

El escándalo de los últimos años fue tan grande que en el B.O.E. N. 247 del 13 /10/2004 se prohíbe importar toda especie de Phoenix a las Islas (orden APA/3281/2004)

Rabo de gato

El rabo de gato, Pennisetum setaceum, es una especie originaria del África oriental introducida en las islas, donde tiene carácter invasor, representando una de las amenazas más preocupantes para la flora autóctona. En las islas se encuentra representada por la subespecie orientale. Se trata de una planta rizomatosa y cespitosa. Se conoce como "rabo de gato".

En Canarias podemos observarla en pastizales y herbazales de ambientes alterados. Matorral de medianías, piso basal, Zonas urbanizadas, terrenos de cultivos, franja litoral halófila… Es una planta poco exigente respecto al tipo de suelo, solamente necesita espacios abiertos, soleados y cierta humedad edáfica. Además, es una especie muy resistente al fuego, éste incluso estimula su crecimiento. Resiste elevadas temperaturas y condiciones de sequía, en cambio, no tolera el encharcamiento.
Esta gramínea llegó al archipiélago en 1943 procedente del Norte de África debido a su valor ornamental y arraigó. Su acomodo fue tan intenso que se ha convertido en una especie invasora que compite con las especies no sólo vegetales de las islas y las amenaza alarmantemente. Su dispersión natural, se ve acentuada por la antrópica, que ayuda debido a la alteración del medio y la red viaria.


Provoca la alteración en la distribución y abundancia de especies propias de Canarias, y en la sucesión natural de la vegetación nativa. Provoca además muchos problemas como: cambios de salinidad, de pH o competencia por nutrientes, minerales u luz. También puede modificar el régimen de incendios.

Actualmente en Canarias, Hay numerosos proyectos que se encargar de erradicar esta especie, pero es una ardua tarea. Dominan dos tipos de tratamientos. El mecánico, arrancar la espiga y posteriormente el resto de la planta. A continuación, se limpia el suelo para dejar el menor número de semillas posible y se queman los restos retirados. Está también el método químico, con el que se usan herbicidas sistémicos lugares donde las condiciones lo permiten.


Caña común

La caña común, antiguamente conocida como "caña de casco" o "caña de roca", Arundo donax, es hoy considerada en Canarias una especie invasora, aunque hasta hace poco se calificaba como invasora Probable (IP) en el Banco de Datos de Biodiversidad de Canarias (2006). Es una especie de origen asiático, las primeras citas  se remontan a inicios del s. XVII, producto ya abundante de nuestros barrancos, su introducción debió coincidir con la llegada de los colonos europeos a Canarias, aunque no debe descartarse su uso por los aborígenes canarios.

La etnobotánica es un campo muy interesante que aportaría grandes novedades a nuestra percepción de las especies invasoras y su llegada a las Islas.Desde su arribada a las islas esta planta ha sido utilizada para muchísimas cosas: cestería, útil agrícola, utilizado en grandes cantidades en el cultivo hortícola de tomates, habichuelas, etc., construcción de viviendas, empalizadas, cobertizos, e incluso como leña o forraje. Este uso debió ser un freno importante a la expansión de la especie. Pero en las últimas décadas las cañas ya no se emplean y por tanto han dejado de ser cortadas en los barrancos, de ahí su enorme proliferación en casi todos los cauces medios y bajos de los barrancos canarios.

Estos densos cañaverales impiden la regeneración natural de las formaciones de sauces, (Salix canariensis) juncos (Juncus acutusyScirpus holoschoenus), palmerales, (Phoenix canariensis) e incluso de zonas de monte verde con humedad edáfica. A esto hay que añadir que, en los incendios, los cañaverales se comportan como un combustible perfecto, haciendo descender y ascender el fuego por los cauces a gran velocidad. Esto pudo comprobarse en el gran incendio de Gran Canaria en 2007. Pero la caña rebrota después del fuego, por lo que al poco del incendio se están organizando campañas de eliminación de estos cañaverales a base de cortas y con herbicidas. La falta de uso de esta planta desencadenó su transformación en un problema que costará muchos años y dinero solventar.


Opuntia

Las opuntias son un amplio género de cactus que se caracteriza por crecer mediante segmentos, cladodios o "palas". Los segmentos son auténticos tallos con la capacidad de producir nuevas ramas (palas), hojas y flores. 

Se conocen aproximadamente unas 250 opuntias, todas originarias de América y viven desde el nivel del mar hasta unos 3000 m de altura. En Europa se conocen desde el regreso de los primeros conquistadores y se consideran invasoras. En Canarias, primer territorio no americano donde se plantaron las tuneras, dos especies se catalogan como invasoras y otras tantas se encuentran en los bordes de caminos o asociadas a las casas terreras. Entre las primeras encontramos a la conocida y apreciada tunera o chumbera, la que produce los higos picos y también la fuente de una industria de obtención de colorantes naturales a partir de las cochinillas que se cultivan en sus tallos o palas.

Hay dos chumberas que muestran morfotípos similares pero con ciertas características que las diferencian. En ambas plantas las palas miden entre 30-50 cm y las espinas son pequeñas y poco numerosas, desaparecen en las palas adultas. Pueden llegar a medir 3-4 metros de altura. Encontramos diferencias en el color de la flor y el tono de las palas. Una de ellas tiene la flor amarilla y palas algo azuladas mientras otra produce flores naranjas y las palas son verdosas. Esta sería Opuntia maxima (foto inferior). Tiene una amplia distribución, se puede observar desde el cardonal húmedo hasta el monte verde y el pinar.


Otra tunera naturalizada en las islas, considerada invasora, es la tunera india, Opuntia dillenii. Esta especie tiene las palas más pequeñas que la tunera común, entre 20-30 cm. Porte erecto de hasta 2 metros. Además de estas peculiaridades morfológicas la tunera india se caracteriza por el color rojo de la pulpa del fruto. La tunera india crece en todo el cinturón costero de las islas siendo rara por encima de los 300 metros. Esta especie se puede observar en  los tabaibales y cardonales más xéricos,

Las tuneras en Canarias son quizá, el ejemplo más claro de necesidad de control pero de imposibilidad de erradicación. Nunca desaparecerán de nuestros campos de labor, ni sería bueno que así sucediese, pero debemos evitar que sigan propagándose en los espacios de Canarias.
Cuando se trata de áreas pequeñas colonizadas por Opuntia, el control mecánico, de arranque manual, o con maquinaria pequeña como rastrillos, palas, etc., es el mejor método para eliminar estas especies, sin afectar al resto de especies.  En los casos de poblaciones más grandes, puede realizarse una corta enérgica desde la base de la planta y en los restos  que quedan en el suelo, regarlos y cubrirlos con plásticos para favorecer los hongos patógenos.

En todos los casos el material arrancado se debe llevar a un gestor de residuos autorizado, y es recomendable restaurar la zona con la reintroducción de las especies autóctonas.

Amapola californiana


La amapola californiana, Eschscholzia californica, es una especie perteneciente a la familia Papaveraceae (subfamilia Eschscholzidae) originaria de California. Es una planta común en zonas templadas y suele ser cultivada en jardines por sus colores llamativos, aunque muchas veces crece de forma espontánea.

Características físicas:

Biotipo: Es una planta perenne o anual y que alcanza su madurez sexual al año de su germinación.
Altura: 30-60 cm
Flores: grandes y solitarias y provistas de 4 pétalos anaranjados o amarillos, con una mancha de color oscura en la base. Tiene sépalos soldados en forma de capucha.
Fruto: Es una cápsula que mide entre 7-10 cm recta y glabra (pelosa) con semillas globulosas y de color oscuro.

Impactos y amenazas: 

En Canarias esta planta tiene un carácter invasor en las islas de El Hierro, La Palma, Tenerife, Gran Canaria y Lanzarote. Fue introducida en Canarias por su valor ornamental durante el S. XIX. En estos momentos podemos observarla en pinares con suelos secos, pastizales y herbazales, así como en zonas urbanizadas o bosques de Junniperus sp (sabinares).
Estas plantas producen alteraciones en la estructura y abundancia relativa de especies nativas o endémicas. Además, dan lugar a competencia, reducción o alteración por el espacio o los recursos y facilitan el desarrollo de otras especies invasoras.


Medidas para su control: 

Se ha propuesto la eliminación mecánica (siega) o arranque manual, evitando su realización en periodos defructificación de la planta. Desde hace algunos años se tiende a controlar la especie en cunetas y márgenes de carreteras, en ambientes semiáridos y rurales. También se han eliminado ejemplares en brotes de los espacios naturales o en claros que estén cercanos a ellos.

Rata campestre

Las ratas introducidas en islas han contribuido a la extinción de determinadas especies de caracoles, insectos, ranas, serpientes, perenquenes, lisas, aves y mamíferos. Constituyen, por lo tanto, un importante factor en la pérdida global de diversidad biológica.

Estos mamíferos también son causa de importantes pérdidas económicas en la agricultura, en la alimentación y en la industria. Además propagan enfermedades que afectan al hombre como la leptospirosis, la salmonelosis, la peste, el tifus, etc.

Las ratas también compiten por el alimento con otras especies. Consumen semillas, frutos y otras partes de las plantas, que también constituyen el alimento para otros animales. 
 En Canarias se han detectado hasta ahora dos especies de ratas introducidas: la rata común (Rattus norvegicus) y la rata campestre (Rattus rattus). Su distribución actual abarca todas las islas excepto los islotes y se cree que llegaron con los conquistadores europeos en el siglo XV.

El mayor impacto sobre la biodiversidad canaria lo ejerce la rata campestre o rata negra por un lado al consumir brotes, semillas y hojas de diversas plantas de la laurisilva afectando a su regeneración y por lo tanto a la estructura y composición de este ecosistema tan singular. Por otro lado, se ha comprovado que depredan sobre colonias de cría de algunas aves marinas, como la pardela pichoneta (Puffinus puffinus) y el petrel de Bulwer (Bulweria bulwerii). Sin embargo, lo más preocupante es el elevado índice de depredación, en huevos y pollos, que sufren las palomas turqué y rabiche, ambas endémicas.




En las campañas de erradicación o control, se suele combinar el uso de trampas, repelentes químicos, quimioesterilizantes, ultrasonidos y raticidas. Estos últimos se deben utilizar con las máximas precauciones para evitar daños a las personas y al resto de los animales. El uso de los raticidas en el medio natural debe contar con las debidas autorizaciones y realizarse de manera planificada bajo la dirección de un técnico especializado.

Picudo rojo

El picudo rojo, Rhynchophorus ferrugineus Olivier, es un escarabajo procedente del Sureste Asiático y Polinesia que fue introducido a Canarias mediante el comercio de palmeras procedentes de Egipto con fines ornamentales. Su primera observación en el archipiélago data de septiembre del 2005, en Gran Canaria. Este insecto es muy dañino para la palmera canaria (Phoenix canariensis), de cuya savia se alimenta y en donde realiza todo su ciclo vital, una especie endémica y que es el símbolo vegetal de nuestras islas.

La hembra adulta del picudo rojo llega hasta una palmera y realiza unas cavidades en su tronco donde deposita los huevos; de media entre 300 y 400 huevos en cada puesta. De estos huevos surgen las larvas del picudo, que son el estadio de desarrollo más dañino ya que perforan la corteza de la palmera a medida que se alimentan vorazmente de ella, realizando largas galerías de hasta 1 metro en su interior, provocando así la muerte del vegetal.

Dado que el picudo vive y se alimenta dentro de la palmera es muy difícil detectar un ejemplar infectado a simple vista hasta que no manifiesta unos síntomas externos; llegado ese punto los daños que ha producido el insecto en la palmera la conducen irreversiblemente a la muerte. Algunos de estos síntomas son el decaimiento de las hojas, en especial las hojas externas, y la caída del penacho central o palmito.



Para intentar eliminar o por lo menos frenar esta plaga se ha recurrido a tala de las palmeras afectadas, la aplicación de fitosanitarios con fines preventivos y la instalación de trampas atrayentes. Desde el año 2006 hasta el 2013 en el archipiélago se han eliminado 642 palmeras y se han capturado 675 insectos, siendo la isla de Fuerteventura la más afectada. Ambas actuaciones se han reducido drásticamente desde los dos primeros años, por lo que se considera que la plaga se encuentra bajo control.

La campaña de erradicación y control del picudo rojo en Canarias en 2007 ya había supuesto la inversión de 18 millones de euros.

Conejo

El conejo se trata de un herbívoro de pequeño tamaño, gregario y con unas altas tasas de reproducción que han facilitado la aparición de poblaciones en hábitats que no le eran naturales. 

Originalmente procedente del Norte África y sur europeo, se ha introducido en todos los continentes salvo Asia y Antártica. El conejo se trata de un animal que muestra preferencia por hábitats que se asemejan  al  mediterráneo, con sustratos que posibilitan la construcción de madrigueras y con presencia de alimentos. Estos dos últimos factores favorecen la aparición de poblaciones de conejos en ecosistemas abiertos con gramíneas, en vez de bosques cerrados del tipo laurisilva. 

A esto hay que añadir que las precipitaciones abundantes están correlacionadas negativamente con la abundancia de este animal en el ecosistema. Su interrelación con las otras especies animales suelen responder a un patrón de presa depredador, siendo depredado por la aguililla, el gato cimarrón y algunas otras aves rapaces en algunas ocasiones. Esto no ha impedido que las poblaciones se establecieran en todas las islas tras su introducción en el siglo XV, con fines cinegenéticos, pues su alta tasa de reproducción y su alta plasticidad ecológica suplen la depredación que sufre. 

Su dispersión responden inicialmente a causas antrópicas, sin embargo, una vez introducidos su dispersión se debe a la distribución de la misma especie.  Dicha distribución provoca que este animal suponga un riesgo para las comunidades vegetales y para el sustrato donde habitan pues reduce la cobertura vegetal, frustra los intentos de restauración y conservación de poblaciones vegetales, ponen en peligro determinadas especies vegetales ya amenazadas y altera el funcionamiento de determinados ecosistemas.

La reducción de la cobertura vegetal por parte de este animal supone un riesgo añadido que se materializa bajo la forma de la erosión de los terrenos que han visto su cobertura vegetal reducida.  Este problema no afecta sólo a Canarias, es conocido el caso de Australia. Sin embargo en Canarias las medidas tomadas para la reducción o erradicación de este animal son pobres y no transgreden una mera legislación y algunas campañas separadas. Es tal su poder destructivo que este animal se ha introducido en la lista de 100 of the Wolrd´s Worst Invasive Alien Species

Gato cimarrón

El gato cimarrón se trata de un carnívoro depredador de hábitos crepusculares con una morfología que refleja su modo de vida. Posee garras retráctiles, una dentadura y lengua típica de depredadores y un tamaño medio que facilita sus movimientos ágiles para la depredación.  








Orginalmente procedentes del Felis silvestris lybica (foto izquierda) de Egipto, como corroboran datos genéticos,  fueron domesticados con mucha probabilidad por primera vez en Egipto o en poblaciones cercanas, seguramente con el inicio de la agricultura. Icialmente se distribuía por China, sur europeo, Norte de África, India, Mediterráneo y gran Bretaña, sin embargo su distribución actual es cosmopolita debido a la acción antrópica. Su distribución cosmopolita refleja su capacidad para la adaptación a los ambientes más inhóspitos. Su distribución en Canarias se observa en todos los ecosistemas zonales y azonales. Esto se debe principalmente a los escasos requerimientos que tienen: lugares de cría y para esconderse y presas (en Canarias principalmente el conejo).



Su relación con otras especies introducidas o nativas suele responder a una relación predador-presa que supone una serie amenaza para las especies ya de por sí en peligro como Gallotia gomerana, Gallotia simonyi, Gallotia intermedia,  Callandrella rufescens, Fringilla teydea polatzeki, Saxicola dacotiae, Pyrrhocorax pyrrhocorax.  Además de la amenaza directa sobre estas especies también suponen problemas sanitarios para el hombre y ponen en peligro la dispersión de semillas llevadas a cabo por los lagartos del género Gallotia sin que realicen ninguna dispersión secundaria. Es tal el problema que representan que existe una legislación para el control de su invasión, además de las campañas de erradicación y esterilización que se dan en Canarias. 

Esta situación no es exclusiva de Canarias pues en muchos lugares del mundo se repite este patrón de amenaza; notablemente en Estados Unidos, donde las estimas indican una pérdida anual de 1,4 a 3,7 y de 6,9 a 20,7 mil millones de ejemplares de pájaros y mamíferos, respectivamente. Este depredador introducido en el siglo XV supone, junto con la rata negra, una amenaza para el 26% de las especies del Libro Rojo de los Vertebrados de Canarias y por sí solo amenaza un 8% de las especies de aves, mamíferos y reptiles en peligro crítico de la UICN a nivel mundial. En Canarias, representan el depredador de 68 especies distintas, de las cuales 5 mamíferos, 16 aves, 15 reptiles y 32 invertebrados. Su amplia distribución se debe a la dispersión por el hombre, que suele abandonar  estos animales con gran capacidad de crear poblaciones.  

El peligro de las invasoras

Así, las especies exóticas invasoras afectan negativamente al 73 % de estas especies amenazadas prioritarias, siendo la segunda amenaza más extendida en número de especies, la pérdida o degradación de los hábitats (51 % de los casos). 

Entre los vertebrados invasores cabe destacar el gato asilvestrado y  el muflón. El gato asilvestrado figura entre los principales factores que amenazan la supervivencia de los lagartos gigantes de El Hierro, La Gomera y Tenerife. Los herbívoros antes mencionados junto a los ejemplares domésticos sin control de ovejas y cabras, amenazan 27 especies de plantas consideradas en peligro o en peligro crítico.


Invasoras en Canarias

En Canarias la biota terrestre incluye 13.328 especies donde una de cada cuatro es endémica, de las cuales 1.434 son introducidas (en torno al 11 % del total), en su gran mayoría a partir de los años sesenta.

Las especies introducidas del Archipiélago, tanto invasoras como no, están representadas por un 47% de invertebrados, 46% de plantas vasculares, 4% de hongos y 3% de vertebrados. Las islas centrorientales albergan la mayor proporción de especies exóticas, sobre todo Gran Canaria, donde constituyen el 15,5% de la biota insular.

No obstante, el mayor número de especies invasoras se encuentra en la isla de Tenerife. Al menos 151 especies se consideran invasoras, de las cuales 79 son fanerógamas, 1 helecho, 45 son artrópodos y hay 3 anfibios, 1 reptil, 10 aves y 12 mamíferos.


¿Qué es una especie invasora?

Las especies exóticas invasoras son plantas, animales u otros organismos que no viven de manera natural en un ecosistema y que pueden provocar daños ambientales, económicos o afectar, incluso, a la salud humana.  Éstas afectan de manera negativa a la biodiversidad del lugar que invaden, ocasionando el declive o la extinción de las especies nativas mediante la competición, depredación, transmisión de patógenos y la alteración de los ecosistemas y sus funciones.