La cotorra argentina, Myiopsitta
monachus, es un ave de origen sudamericano cuya distribución
natural abarca desde Bolivia Central y el sur de Brasil hasta Argentina
Central, Paraguay y Uruguay. En Canarias se introdujo en la década de los 80
mediante escapes o sueltas deliberadas, ya que se trata de un ave de adorno y
compañía muy popular, encontrándose con relativa frecuencia en viviendas
particulares, colecciones de aves, núcleos zoológicos, etc. En la actualidad se
trata del psitácido más abundante del archipiélago, ocupando arboledas de
parques, avenidas y jardines en diversas ciudades de Fuerteventura, Gran
Canaria, Tenerife y La Palma, mientras que en las restantes islas sólo se
conocen avistamientos puntuales y no parece haberse establecido.
Tanto en áreas de su distribución original como en ciertos sectores
donde se ha establecido a partir de escapes, ha llegado a convertirse en una
plaga para los cultivos y ocasiona daños en infraestructuras (tendidos
eléctricos, farolas, antenas, etc.) al anidar en ellas. Sin embargo, en el caso
del archipiélago canario sólo se han puesto en evidencia molestias a la
población (ruidos en las proximidades de las viviendas, excrementos en
mobiliario urbano, etc.).
Es un ave principalmente granívora; se alimenta tanto de semillas de
especies silvestres como cultivadas, además de frutos, flores e insectos. Por
todo ello compite con otras especies nativas como es el mirlo común, al que
también perjudica al depredar sobre sus huevos y pollos. También constituye un
vector de propagación enfermedades que afectan a otras aves y al ser humano.
Todo esto ha motivado que ante al proliferación de aves se lleven a cabo
actuaciones de control de las poblaciones, como por ejemplo en Maspalomas en el
sur de Gran Canaria o en Morro Jable en Fuerteventura, aunque no parecen haber
diezmado los efectivos como se pretendía.
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